“La religión es el opio del pueblo.” Marx dice que la religión es el “opio del pueblo”, porque adormece el espíritu revolucionario, porque evade la miseria real; la religión suele legitimar el estado de cosas existente, dando incluso, en casos extremos justificaciones teológicas al dominio de un grupo social sobre otro. La religión sólo consuela el sufrimiento evitando transformar la auténtica causa del sufrimiento ‘la explotación económica’ (siendo objetivos). Siguiendo a Feuerbach: con la religión el sujeto se aliena, pierde su propia identidad, su propio ser, se vuelve sumiso, se reduce, se anula a sí mismo porque toma lo que considera mejor de sí mismo (voluntad, inteligencia, bondad, …) y lo proyecta fuera de sí, en el ámbito de lo infinito; desvalorizando su propio ser y su propio destino. Marx proclama como suprema divinidad a la autoconciencia humana.
Hablando solo con el aire
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